Sildenafil (Viagra), vardenafil (Levitra) y tadalafil (Cialis) son tres remedios para la disfunción eréctil, cuyo mecanismo de acción prácticamente no difiere entre sí.
Los tres fármacos pertenecen al grupo de los inhibidores de la fosfodiesterasa del quinto tipo (PDE-5). Es una enzima que suprime la expansión de los vasos sanguíneos del pene y, por lo tanto, debilita las erecciones. «Viagra» y «Levitra» son muy similares en estructura y propiedades, y la estructura de «Cialis» es algo diferente.
Pero en la práctica, la principal diferencia entre los medicamentos es que uno de ellos («Levitra») se absorbe más rápido y el otro, Cialis, se muestra más lentamente. Es decir, el efecto de todos los bloqueadores de PDE-5 es exactamente el mismo, pero difiere en el momento de inicio y el momento de la acción.
Los primeros en comenzar a recibir tales drogas fueron personas que eran realmente impotentes. Con la prescripción de un médico, la vida sexual podría ajustarse a las personas que padecen diabetes, trastornos neurológicos o efectos secundarios de los antidepresivos.
Sin embargo, posteriormente, la demanda de Viagra ha aumentado dramáticamente. Primero, los médicos comenzaron a escribir recetas a todos los que hacían preguntas sin hacer preguntas. En segundo lugar, había numerosas farmacias en línea que ofrecían medicamentos para la impotencia sin receta y con entrega.
En consecuencia, el círculo de compradores se ha ampliado. Los «pacientes» se convirtieron en personas sanas que querían protegerse contra una fecha emocionante.
En pocas palabras, Viagra, Levitra y Cialis ahora son comprados por cualquiera que quiera confiar en sus habilidades sexuales, independientemente de las circunstancias. Los fabricantes de drogas al mismo tiempo enfatizan que la ingesta de alimentos o alcohol no afecta su efectividad.
Sexo en la ciudad
¿Es posible tratar de recrear la imagen colectiva del consumidor de estas drogas «divertidas»? Según los psicólogos, la necesidad de «Viagra» y sus contrapartes se detecta principalmente en los residentes de las grandes ciudades. La revolución sexual ha llevado al hecho de que se producen más y más contactos sexuales entre personas desconocidas: compañeros de trabajo que se reunieron en una fiesta o en un anuncio en Internet.
Al mismo tiempo, en la mente de la mayoría de las personas sigue siendo la imagen de un hombre ideal, siempre listo para el sexo y queriéndolo. Tratando de cumplir con este punto de vista, los hombres toman pastillas en secreto.
Un retrato de uno de estos consumidores se describe en el New York Times. Chris London, de 41 años, vive en Nueva York y trabaja como abogado. Uno de sus socios comerciales dijo una vez que ella no podía trabajar normalmente con un hombre a menos que tuvieran relaciones sexuales antes. Londres al menos se desanimó por esta declaración, pero aceptó reunirse después del trabajo. Siguiendo el consejo de un médico familiar, venció su entusiasmo con Viagra, que se tragó en silencio en el baño.
Al entrar en un dormitorio con un rubor en las mejillas, un efecto secundario común de Viagra, tales hombres se quejan del calor y la congestión. Y por la mañana a menudo se esconden ya que sufren un dolor de cabeza, un efecto secundario muy común de tomar inhibidores de la PDE-5.
Como señala el New York Times, las pastillas a menudo son consumidas por hombres homosexuales. Ambos amantes lo hacen en secreto entre sí, y luego experimentan esos efectos secundarios juntos.
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